Este post no trata sobre el mito que nos presentó Stephen Vizinczey en "En brazos de la mujer madura",una novela sencilla pero interesante que recomiendo a todo el mundo; ni es tampoco un retrato de las vicisitudes pasadas para engatusar a una mujer de cuatro decadas esplendorosas.
Sencillamente sucede que en este mundo nuestro, al spanker o azotador, casi siempre asociado en nuestro subconsciente colectivo al género masculino, se le presupone el dominio de la materia que nos es propia; mientras que la chica o chico que se acerca por primera vez a unas rodillas ajenas es tratado entre algodones (tal y como merece por supuesto) y azotes.
No reclamo ya nada para mi, porque ya pasó mi época, pero estoy seguro que entre la gente que lee este blog habrá chicos y chicas, azotadores ellos, que se sienten atenazados ante su futura puesta de largo, puesto que si difícil y nervioso se está cuando uno se entrega a una persona con experiencia para que te ponga los puntos sobre las íes, mucho mas nervioso se siente uno cuando el capitán de la nave es él mismo y como única experiencia cuenta con las nociones básicas que un día leyó aquí y allá, o que quizás vió a traves de la pantalla de su ordenador.
No todo el mundo ha sido cocinero antes que fraile, lo cual por otra parte recomiendo, pues aunque no se disfrute del mismo modo, ayuda a uno a empatizar con la otra mitad, y descubrir pequeños detalles que de otro modo pasarían inadvertidos.
Se me asemeja este tema quizás a la tan manida perdida de la virginidad, en que está prácticamente asimilado que el responsable de la buena o mala marcha de la primera relación es el hombre ( en una relación heterosexual). Él es quien debe manejar los tempos, el tono y llevar en suma el peso de la actividad sexual.
Si los tiempos han cambiado, y doy fe de ello, ¿por qué no cambian nuestras arcaicas concepciones sobre la sexualidad? El peso de las relaciones es injusto que sea descargado sobre una de las dos partes implicadas, cuando lo más fructífero y lógico es que si no sean repartidas de forma equitativa, sea casi así.
Por eso amigas y amigos spankees, me gustaría que si alguna vez tenéis la oportunidad de ser azotados por una persona novicia en esta grata y erótica afición, toméis a bien tenderle la mano, guiarle y ayudadle a ser un/a mejor spanker en el futuro, y descargadle de la ansiedad que la puesta de largo siempre crea.
Acaso saber que los spankers del futuro estuvieron en buenas manos y las spankees venideras tendrán el mismo trato exquisito que un día les fue brindado, ¿no es ya motivo suficiente?
Recordad, que la educación encierra un tesoro, y seáis spankers o spankees, procurad enseñad de la mejor forma posible a vuestro par, otros os lo agradeceran en el futuro.
Recordad al joven Dustin Hoffman en manos de Mrs. Robinson...