Todos los visitantes de este blog han escuchado o soñado escuchar alguna vez este tipo de frases; con menos o más color no hay nada más trivial que un performance spanking en este ambiente. Sin embargo, cuántos de ellos se han preguntado: ¿De dónde viene este íntimo ritual entre parejas centrado en el curioso proyecto de azotar para corregir?, la respuesta más rápida nos remontaría a las sociedades grecorromanas o tal vez nos referiríamos a ella como una vieja herencia de las mazmorras de
En el siglo XIX el ciudadano común se sentía orgulloso de la manera en que construía los límites de las personas y de la disciplina que imponía, se sentía orgulloso de su “tecnología de castigo”.Les encantaba esta política que sustituía a los patíbulos. Se maravillaba de castigar los cuerpos y de saber corregir en adelante las almas. Aquellos muros, cerrojos y celdas fueron sustituidos por la mano firme y el familiar látigo que con el tiempo llegaron a construir una verdadera empresa de ortopedia social dentro de la sociedad, la familia y la pareja.
La concepción de vigilar, castigar y corregir como un verdadero conjunto de procedimientos para limitar, controlar, medir, encauzar a los individuos y hacerlos a la vez “útiles u dóciles” se centraba en vigilancia, ejercicios, clasificaciones, exámenes y registros. Esta manera de someter cuerpos, de dominar las multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas fue desarrollando en el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres: la idea del poder de disciplina social. El poder disciplinario es el que fabrica los individuos, es un poder que hace que los individuos sean a la vez objetos e instrumentos de su ejercicio y curiosamente, no es un poder triunfante que a partir de su propio efecto pueda fiarse de su prepotencia; es un poder modesto, suspicaz, que funciona como el modelo de una economía, calculada y medida
Es esta idea de poder la que subyace después de cada llamada de atención, en cada spanker-profesor y spankee-alumna y es la que ronda cada vez que alguno de nosotros se presta para azotar o a ser azotado. ¿Podría alguien imaginar un producto social más perfecto y equilibrado? O mejor dicho ¿Podría alguien negar el spanking como el estado más prístino y más puro de la sociedad actual?
Nota de Cometospk:
Os presento hoy a una buena alumna y aun mejor ensayista como habréis podido comprobar. Este despacho desde su comienzo buscó una postura distinta dentro del spanking o arte del azote, y en este sentido Lucrecia auna entre otras muchas virtudes la de ser una buena científica, una gran investigadora y excelente escritora.
Espero que disfrutéis leyéndola. Pronto tendréis mas muestras de su sabiduría.
4 comentarios:
No me resulta claro darme cuenta si el spanking es un elemento más de la maquinaria de disciplinamiento social, si es su símbolo, o es su versión perfecta e incontaminada.
También podría pensarse que se trata de una versión erotizada y corrupta, ya que su fin último no es en realidad vigilar y castigar sino excitar.
A mi en realidad me gusta pensar que se trata más bien de su parodia.
El artículo está muy bueno y el tema es bien interesante. De hecho he participado en alguna discuión acerca de temáticas similares que dió lugar a artículos aparecidos en el blog de Fer hace un par de años (uno de Mayte Riemens "De represores e ironías" y otro mío "La vida imita al arte"). Allí me preguntaba porqué el ritual spanko adquiere siempre formas tan brutalmente reaccionarias.
"Es irónico", me econtestaron y lo creí.
En que momento el arte de vigilar y castigar adquiere su carga sensual y sexual sería un buen tema de estudio de "la erótica del poder".
¿Nos gusta subyugar?¿Nos gusta la sensación de dominio o ser dominados?
Creo que cada uno etndrá su propia respuesta...
Mi siempre querido amigo Cometo,
Disculpame por no venir seguid a leer tus siempre inteligentes post, pero ya sabes, la vida nos va cambiando hasta los gustos y claro nos quita el preciado tiempo.
MIL BESOS
María José SAD
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