No soy spankee, pero en mis primeras experiencias no tuve elección, tenía tanto que dar como que recibir. Hace unos ocho años conocí a una chica cuyos intereses pienso a día de hoy que estaban mas cerca del BDSM que de la práctica del spanking. Nunca he participado en experiencias BDSM, respeto esa posición, pero a mi desde luego no me gusta nada. Estoy mucho mas interesado en los azotes eróticos. No sabría explicar en pocas palabras la sensación que experimento al bajar las braguitas de una spankee, es como mezcla de excitación, rubor y responsabilidad. Este es el momento en que mas disfruto, el trasero desnudo aporta mucha información a mi sistema nervioso acerca de su dueña. En ese momento la sangre fluye tan rápido como puede, el corazón bombea de forma sonora e intensa, es el momento de tomarse un respiro y observar las posaderas de la chica, que pronto se tornaran coloradas para placer de ambos.
Mi posición favorita es sobre las rodillas (OTK), y representa como ninguna otra el mutuo acuerdo y una especie de retorno a la infancia, es la mejor representación de los primarios juegos de azotes, entrega y pasión. Alimenta mi ego spankofilo, vaya palabro, aunque no es la única que me gusta y me excita, como por ejemplo, sobre una mesa ( si, como la de mi despacho), pero las implicaciones son distintas. El Otk es como mas infantil, potencia la faceta de juego del spanking, pero a la misma vez erótica, mientras que el resto de posiciones para mi priman los azotes sobre las reacciones de la líbido.
Preferiblemente me gusta utilizar mis manos, forman parte de nuestros sentidos y creo que tienen un componente de complicidad superior a ninguno de los otros instrumentos; a través de la mano sientes la tersura, la radiación de calor que emana de las deliciosas derriéres (nalgas) y como no, placer a través del tacto. Creo que no soy capaz de controlar la intensidad de los azotes con ningún instrumento como con las manos, y dado que no me gustan las marcas, parece lo mejor, aunque si que me llama muchísimo la atención el cepillo, que clásico...
Aparte de esto, creo que es hora de hablar de las spankees, sus uniformes y los escenarios. Como me vuelvo loco con una faldita de colegiala, quizás debido a ese subconsciente colectivo que tenemos desarrollado los amantes de los azotes. No creo en las relaciones de disciplina doméstica y hace tan solo unos días una buena amiga me dijo que el spanking implica tantas sensaciones, que es difícil y sería peligroso añado yo, practicarlo sin estar con el humor adecuado. Personalmente pienso como ella y creo que los azotes no son para cualquier momento, al menos para mi solo deberían estar presentes en momentos de plena aceptación y humor, para evitar situaciones que puedan dañar animicamente tanto a la spankee como al spanker. Respeto a las personas que creen en la D/D porque supongo que aceptan sus castigos y los imparten de mutuo acuerdo, si en algún instante no fuera así sería reprobable. Yo prefiero la faceta lúdica del juego, y no mezclarla con el resto de las situaciones de mi vida cotidiana.
En cuanto a los escenarios y disfraces, me chifla la época victoriana con ese aspecto de severidad tan marcado y el fetichismo implícito de sus ropajes. Es la época de los señoritos y las sirvientas, mayordomos y señoritas con cofia berreando sobre sus rodillas, con ese aire de inocencia que tanto me excita. La Mezcla de ingenuidad y picardía son cualidades que valoro mucho en la spankee, por supuesto debe intentar zafarse de su castigo, pero para eso estoy yo, para impedírselo.
El spanking es como una especie de relax con un alto voltaje erótico. Ahora mismo estoy sentado en las escaleras de la universidad, mirando todos esos traseros jovenes, de todas formas y tamaños y preguntándome a cuantas de ellas no les importaría colocarse sobre mi regazo y que les enseñara yo lo que es disciplina. No menos importante que el trasero es la cara de la spankee, porque es la vía para enamorarme. Otra curiosa manía mía es evaluar el pack que forman la spankee, su trasero y su rostro. Si es joven, su trasero a de ser firme, no es del todo importante si es grande o pequeño, tener cara de pícara y no ser muy alta, menos de 1´70, que si no me puede dar ella a mi, además me gustan pequeñitas, son mas monas y frágiles.
Si la spankee es madura las preferencias cambian, ya no busco la inocencia en la mirada, sino la rebeldía puesto que debe de rebelarse si va a ser azotada por alguien mas joven que ella. Los traseros a esta edad no son como los de las jovencitas, aunque hay excepciones que le dejan a uno con la boca bien abierta. Tienen mucho mas que contar en otros aspectos, y a quien no le pone tener a una mujer hecha y derecha sobre sus rodillas. Es como llegar al máximo en esta fantasía, las jovencitas son más dóciles, pero las mayores son como el rolls royce del spank, aportan clase y claridad en sus deseos.
Me despido ya, y espero que estas reflexiones os ayuden a comprender un poco mas mis motivaciones y gustos por los azotes
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1 comentario:
A este paso vas a tener la mesa del despacho llena de curriculum de secretarias de todas las edades solicitando el puesto... mira que te gusta tentar a las spankees con esa frescura inocente de los spanker jovencitos...
Como sigas con estos post tan sugerentes tendrás que hacer ampliación de plantilla, porque más de una va a querer comprobar in situ tus afirmaciones... jajajaja. Muy bueno Cometo, completo y sincero, que es lo que más admiro en un hombre de cualquier edad.
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